domingo, 17 de octubre de 2010

Ballena Franca.


La ballena franca se identifica fácilmente por las callosidades que se forman en su cabeza y labios. Éstas, pobladas de crustáceos y parásitos dan al animal una fisonomía característica que permite identificar a los individuos con bastante exactitud. Científicos como Roger Payne han estado indentificando ejemplares desde 1970 mediante fotos aréas. Se calcula que hay por lo menos 700 animales individualizados. Se sabe así que las poblaciones del hemisferio norte y el hemisferio sur no se mezclan, aunque la ballena austral frecuenta los océanos Indico, Pacífico y Atlántico, desconciéndose sin embargo, su migración hacia la Antártida. La especie carece de aleta dorsal en el lomo pero posee una aleta caudal que se distingue por su hendidura, la aleta sobresale un tiempo en la superficie al sumergirse. Su coloración es negra.

Fisiológicamente posee dos espiráculos o respiradores dorsales que le permiten exhalar el aire a través de un soplo o presión de los pulmones que pueden lanzar un chorro en forma de “V” que puede alcanzar hasta 3 m de altura.

La ballena franca, al igual que otros grandes cetáceos, tiene la costumbre de realizar espectaculares saltos sobre la superficie del mar. Se especula que estos saltos pueden ser parte de un código de comunicación, de una suerte de actividad lúdica o simplemente deshacerse de los parásitos que habitan sobre sus callosidades. Los sonidos emitidos por las ballenas han sido registrados sistemáticamente y sus estudiosos estiman que el objetivo es la comunicación entre individuos y la ecolocación para evitar obstáculos y buscar alimentos.El buceo de la ballena suele durar unos 4 o 5 minutos aunque pueden llegar a permanecer sumergidas 40 minutos en caso de peligro. Generalmente, no avanzan más allá de los 150 m de profundidad.



La ballena franca del sur se distribuye a lo largo de todo el Atlántico Sur, pero sus principales zonas de alimentación se ubican en cercanías de la Antártida. Para reproducirse buscan aguas tranquilas y más templadas. En la región patagónica, la zona por excelencia de reproducción de las ballenas francas es la Pensínsula de Valdés, que como resultado es un observatorio de características únicas, optimo para proteger y estudiar a esta increíble especie.

Entre fines de abril y principios de mayo, comienzan a llegar los primeros ejemplares a los golfos Nuevo y San Jorge, en la Península de Valdes, alcanzando su número máximo en septiembre/octubre, para desaparecer las últimas, hacia fines de diciembre. Durante todo este período, en el que se sucederán la copula, el parto y el cuidado del ballenato, las madres sobreviven gracias a una importante reserva adiposa, ya que su principal alimento, el plancton marino (krill}, no puede hallarse en éstas aguas. Solo disponen de algunas larvas de langosta del fondo marino, para recuperarse volverán al mar antártico en donde cosumirán una tonelada de krill por día.

El ballenato nace de cola (de otra forma se ahogaría durante el parto) y es llevado a la superfice inmediatamente por la madre. Suele haber cerca otra ballena, que ayuda en el parto, o simplemente ayuda evitando que se acerquen potenciales predadores. A partir del nacimiento, la madre y su cría se desplazaran juntos.La ballena juega con su cría golpeando rítmicamente el agua con su aleta caudal. Al nacer, el ballenato pesa unas 5 toneladas que se duplican a la semana. Se alimenta de la leche materna muy rica en grasa, lo que le permite crecer a un ritmo de 3,5 cm por día. La cría de la ballena tiene una piel bastante clara que se va oscureciendo con el tiempo.

Las ballenas alcanzan su madurez sexual a los 8 o 9 años. Pueden llegar a vivir unos 50 años, teniendo una cría cada tres años, ya que la gestación dura un año y otro año más, la lactancia. Tal es la razón por la cual es tan lenta la recuperación de esta especie protegida desde 1937.

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