lunes, 3 de mayo de 2010

Tiburones

Las mayores concentraciones se dan en aguas tropicales y subtropicales. Están presentes en todos los mares de mundo. Algunas especies han colonizado lagos de agua dulce en América Central y se les ha visto en el interior del río Zambeze a cientos de kilómetros de la desembocadura. Su nombre francés requin deriva de requiem y hace referencia al temor que su presencia despertaba en los marinos. Aparecieron en el mar hace unos 350 millones de años. Su constitución básica no ha variado debido a su alto grado de eficacia para la predación en el mar.






No poseen vejiga natatoria para estabilizarse a la profundidad deseada y se ven forzados a moverse continuamente. La corriente de agua que riega sus órganos respiratorios no está provocada por músculos especiales sino por el continuo avance del animal, que posee la forma más aerodinámica en el mundo animal. La mayoría de las especies son ovovivíparas, en algunas, el primer nacido devora uno tras otro a sus hermanos en el inerior del cuerpo de la madre.




Consigue detectar a sus presas a larga distancia gracias a la línea lateral y el olfato. La línea lateral se extiende desde la parte posterior del ojo hasta el nacimiento de la cola. Una serie de canales situados bajo la piel, de los que arrancan pequeños tubos que dan al exterior por un poro. Los canales longitudinales albergan numerosas células nerviosas ciliadas. Este órgano les indica la posición de objetos que se agitan así como su tamaño, velocidad y otros detalles. Con los movimientos laterales de la cabeza del tiburón mientras avanza, barre un amplio arco para determinar la procedencia del olor.


En el momento del ataque consigue colocar la mandíbula en posición frontal levantando el morro y bajando la mandíbula inferior. Una vez clavados los dientes, sacude vigorosamente todo el cuerpo imprimiendo un movimiento de sierra a los dientes que cortan limpiamente un trozo de carne de varios kilos de peso. Un ejemplar de 3 metros puede ejercer una presión de hasta siete toneladas y media por centímetro cuadrado. Cuando atacan una presa en grupo, no se coordinan entre ellos sino que cada uno actúa por su cuenta, describen círculos entorno a su presa, el más hambriento roza su rugosa piel para detectar el sabor y finalmente se lanza con la boca abierta. El ataque de los demás es una de las escenas más violentas que se dan en la naturaleza, pues muerden enloquecidamente todo lo que encuentran a su paso.

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